Carlos Sainz ha hecho historia en la Fórmula 1 al lograr un hito que solo una leyenda como Alain Prost había conseguido antes que él. Con su sólido tercer puesto en el Gran Premio de Azerbaiyán, Sainz no solo consiguió un merecido podio para el equipo Williams, sino que también se unió a un selecto club de pilotos que han subido al podio con tres de los equipos más emblemáticos de la categoría: Ferrari, McLaren y ahora, Williams.
Lo que hace este logro aún más notable es la sorprendente coincidencia en la secuencia de los equipos. Al igual que Prost en su brillante carrera, Sainz obtuvo su primer podio con McLaren, seguido por sus éxitos con Ferrari y, finalmente, su reciente logro con Williams. Esta alineación estadística ha colocado a Carlos Sainz en una conversación con uno de los grandes nombres de la historia de la F1, destacando la versatilidad y la adaptabilidad del piloto madrileño en diferentes entornos y filosofías de diseño de monoplazas.
Sin embargo, aquí terminan las similitudes. Aunque comparten la misma secuencia de podios, el historial de victorias los separa. Prost no solo subió al podio, sino que también ganó carreras con cada una de estas escuderías, incluyendo títulos mundiales con McLaren y Williams. Por su parte, el español ha logrado sus victorias exclusivamente con Ferrari hasta la fecha. Esta diferencia resalta el camino que aún le queda por recorrer a Sainz para igualar el legado de “El Profesor”.
La historia también nos recuerda a otro grande que casi logra esta hazaña: Nigel Mansell. El “León” británico, compitió para los tres equipos principales, pero su breve y complicada etapa con McLaren en 1995, donde se retiró de la competición, le impidió completar la tríada de podios. Su paso por la escudería de Woking, marcado por un coche que no se adaptaba a su estilo de conducción, sirvió como un recordatorio de lo difícil que es triunfar en el entorno cambiante de la Fórmula 1.
El logro de Sainz en Bakú, por tanto, no es solo un podio; es una declaración de intenciones. Es la prueba de que su talento va más allá de un coche en particular y que su capacidad para extraer rendimiento en diversas circunstancias lo sitúa en un lugar especial de la historia del deporte. Con este podio, no solo celebra un triunfo para Williams, sino que también escribe su propio nombre en los libros de récords de la Fórmula 1.
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